Cada año, el nivel de los mares se eleva tres milímetros a causa del cambio climático. Sólo la Antártica contribuye con un tercio de esa elevación y los científicos aún no saben bien por qué.
Para entender mejor este fenómeno, un grupo de especialistas de la NASA armó su base en Punta Arenas para observar el continente blanco desde el cielo. En un avión especialmente equipado, el grupo ha realizado una decena de viajes sobre los hielos y el mar que lo rodea como parte del proyecto "IceBrigde", que pretende acumular datos a largo plazo sobre las capas de hielos antárticos.
Medio año
"Lo más sorprendente de momento es el mal tiempo imperante en la zona occidental de la Antártica", dice desde Punta Arenas Seelye Martin, científico de la Universidad de Washington, en Seattle. La baja en la temperatura del Pacífico a la altura del Ecuador "indica que estamos frente al fenómeno de La Niña, que produce frentes de mal tiempo en la Antártica", explica a El Mercurio.
El objetivo del equipo es -utilizando radares, altímetros láser y fotografías de gran resolución- medir desde las alturas cuál es la profundidad de la capa de hielo que cubre el continente. Los datos que tomen hasta fin de mes se unirán a los recolectados en 2009 y a los obtenidos por satélites en años anteriores, para conocer cuál ha sido la evolución del deshielo.
"El cambio climático afecta de distinta forma a las diferentes zonas del planeta. Lo mismo pasa con la Antártica, donde no sólo hay cambios en la temperatura sino también en la ocurrencia de tormentas", explica Michael Studinger, del Centro del Espacio Goddard de la NASA.
"Los mismos ciclos de 'La Niña' y el 'El Niño' afectan los hielos, pero no podremos saber cuánto hasta que tengamos disponibles las mediciones de varios años", continúa.
A pesar de que el mal tiempo les ha obligado a cambiar las rutas preestablecidas, ello también les ha traído buenos resultados. "Por primera vez tenemos mediciones del mar de Weddell (la 'bahía' al este de la península Antártica) y sus hielos, lo que es un gran logro para nosotros", dice Martin.
A pesar de lo sofisticado de los instrumentos, explica Michael Studinger, la forma en que se calibran los aparatos y la determinación exacta de la ruta seguida por el avión son fundamentales para que los datos sean fidedignos. Según explica el científico, demorarán entre tres y seis meses en depurar los resultados sobre el grosor del hielo e incluso sobre la cama de rocas que está debajo del manto blanco, "un lugar casi desconocido".
Fuente: http://www.mundoacuicola.cl/comun/?modulo=&cat=&view=1&idnews=53291&especial=
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