Los pobladores de la milenaria aldea de pescadores hallada en el complejo arqueológico Pampas de Gramalote, en el distrito trujillano de Huanchaco (La Libertad), cazaban y consumían dos especies de tiburones conocidas como “pardo” y “azul”, revelaron las investigaciones in situ y de laboratorio, dirigidas por el arqueólogo peruano, Gabriel Prieto.
Esta conclusión fue determinada –indicó- ante el hallazgo de restos óseos de dichas especies marinas que formaban parte de la alimentación de aquella comunidad, que vivió frente al mar 1,800 años antes de Cristo.
“Estas especies son, por lo general, de mar abierto, pero en tiempos de reproducción y parto se acercan a la línea costera. Es por eso que postulamos, en base a lo hallado, a que los pescadores de Gramalote tuvieron algún tipo de embarcación que les permitió aproximarse a las zonas de caza”, señaló.
Ello representaría un importante antecedente de la embarcación marina conocida como caballito de totora, que siglos después sería empleada por los pobladores de la cultura Chimú para sus actividades en altamar, explicó.
La hipótesis cobra mayor fuerza frente al estudio de los restos óseos humanos de sexo masculino hallados, ya que presentan desgaste en la zona del omóplato y las rodillas, probablemente, por la posición utilizada para pescar durante gran parte de sus vidas.
El especialista reveló que otras 13 variedades de especies marinas eran pescadas como tollos, rayas, congrios y suco que formaban parte de la dieta que habría sido selecta.
En relación a la tecnología pesquera, se determinó que utilizaban anzuelos, hechos de hueso, mallas, redes, botellas de calabaza y cordeles preparados con fibra de algodón torcido de 1 a 3 cordones para dar resistencia al momento de la pesca.
Respecto a textiles, se halló piezas en algodón blanco y marrón. Eventualmente habrían usado totora y cabuya. Los restos son muy pequeños debido a la conservación del sitio y quizá fueron parte de prendas de vestir. También se usaron como mortajas en las tumbas.
Prieto destacó que los habitantes de Gramalote fueron expertos y eficientes usuarios de su medio. “No se ve sobreexplotación de especies, lo cual indica que estos individuos sabían manipular y respetar los ciclos biológicos del medio ambiente”, puntualizó.
Este complejo habitacional estaría formado por no más de 30 viviendas de forma circular, construidas a base de piedra de playa. La altura de cada predio no superaba el metro y medio y los techos habrían sido estructurados de palos y esteras.
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