La fuerte alza que experimentó el precio de la anchoveta en los últimos años ha llevado a los principales grupos pesqueros a salir nuevamente de compras. Todos quieren crecer y seguir captando una mayor cuota.
En diciembre del 2009, Luis Falcone, gerente general de Pesquera Centinela, llegó a un acuerdo con la familia Dyer para hacerse de dos plantas que le pertenecían a Corporación Pesquera Inca (Copeínca). La operación no solo reveló que los socios del grupo Romero están decididos a convertirse en un jugador de peso en el negocio pesquero, sino que activó la segunda fase de la ola de compras de plantas y embarcaciones, cuya primera fase se inició en el 2006 y que culminó dos años después con la consolidación de ocho grandes grupos pesqueros.
Aquella no sería la única transacción que realizaría la dupla Romero-Falcone. En junio del 2010 esta volvió a la carga y, tras desembolsar US$12 millones, invirtió US$3 millones más en la compra de Pelagic Investment Group. No contentos con ello, tres meses después desembolsaron US$45 millones para comprar el 100% de las acciones de Inversiones Alamare.
Luego de esas operaciones vinieron otras de similar envergadura, en las que los protagonistas fueron los grupos que no tuvieron una participación tan activa en la ola anterior: la familia Matta y su brazo pesquero Exalmar adquirió tres empresas por US$23,9 millones y Diamante (con el respaldo de la gestora de fondos Enfoca) cerró la compra de Inversiones Gamarra por US$14 millones.
En los últimos meses, dos grandes del sector también dieron algunas sorpresas. China Fishery Group compró Pesquera Alejandría por US$95 millones, y los Brescia, a través de Tecnológica de Alimentos (TASA), pagaron US$50 millones por cinco embarcaciones.
En los últimos meses, dos grandes del sector también dieron algunas sorpresas. China Fishery Group compró Pesquera Alejandría por US$95 millones, y los Brescia, a través de Tecnológica de Alimentos (TASA), pagaron US$50 millones por cinco embarcaciones.
CAUSA Y EFECTO
¿Pero qué desató esta fiebre de compras y ventas? Sin duda, el disparador fue la fuerte alza que experimentó el precio de la anchoveta (materia prima de la harina), cuya tonelada pasó de cotizarse en US$120 en el 2008 a picos de hasta US$300 en la primera temporada de pesca del 2010. “La entrada en vigencia del sistema de cuotas individuales de pesca hizo que los armadores (que no suelen tener plantas y venden su pescado a terceros) mejoraran su capacidad de negociación frente a los industriales y que, en consecuencia, el precio de la materia prima subiera en forma significativa. La compra a independientes dejó de ser rentable y muchos concluyeron que, para no perder, el mejor camino era comprar cuota”, precisa Mauricio Olaya, socio de Estudio Muñiz y asesor de algunas de las transacciones que se realizaron el último año.
No se equivoca. Humberto Speziani, asesor de alta dirección de TASA, agrega “todo el mundo está buscando mejorar sus posición porque los precios han alcanzado picos irracionales. Si hoy le compras pescado a terceros para producir más harina,prácticamente te quedas sin utilidad”.
Y no bromea. Según Fernando Parodi, gerente general de Pesquera Hayduk, si un industrial sale a pescar con su flota propia gasta alrededor de US$80 por TM de anchoveta, mientras que se si opta por comprarle a un armador deberá desembolsar aproximadamente US$300 por tonelada. “Basta hacer una simple suma para comprobar que esas compras no son nada rentables”, dijo. Los industriales tienen flota propia, pero requieren comprar materia prima a los armadores y ‘vikingos’ (que tienen en conjunto aproximadamente un 32% de la cuota global de pesca) para utilizar toda la infraestructura que adquirieron tras la primera ola de compras y ventas y así reducir costos.
Y no bromea. Según Fernando Parodi, gerente general de Pesquera Hayduk, si un industrial sale a pescar con su flota propia gasta alrededor de US$80 por TM de anchoveta, mientras que se si opta por comprarle a un armador deberá desembolsar aproximadamente US$300 por tonelada. “Basta hacer una simple suma para comprobar que esas compras no son nada rentables”, dijo. Los industriales tienen flota propia, pero requieren comprar materia prima a los armadores y ‘vikingos’ (que tienen en conjunto aproximadamente un 32% de la cuota global de pesca) para utilizar toda la infraestructura que adquirieron tras la primera ola de compras y ventas y así reducir costos.
SED DE EXPANSIÓN
Otro factor que aceleró la segunda ola de compras es la sed de crecimiento que tienen algunas familias, en especial las que hasta hace un año atrás ocupaban los últimos lugares en el ránking de los ocho grupos pesqueros más importantes del país. Total, recursos para seguir creciendo tenían, pues el precio de la harina de pescado pasó de cotizarse en US$900 la tonelada en el 2008 a rozar los US$1.950 a inicios del 2010.
En ese sentido,Andrés Muñoz, vicepresidente de banca comercial del Interbank, precisa que en los últimos años la situación financiera de la mayoría de pesqueras ha evolucionado en forma muy positiva. “El sector se ha visto favorecido por dos factores: la implementación del sistema de cuotas, que le trajo estabilidad, y el alza del precio de la harina, que le permitió acumular importantes ingresos. Estos fueron utilizados en la compra de barcos y cuota de pesca de todo aquel dispuesto a vender”, refirió el ejecutivo.
Han transcurrido diez meses desde que se activó la segunda fase de compras y ventas, pero ya se pueden ver algunos reacomodos en el sector. China Fishery Group, que a inicios del 2009 tenía una participación de 4,83% en la cuota global de la pesca de la parte centro-norte del país, hoy cuenta con una participación de 6,05%, gracias a la cual logró superar a Exalmar y situarse muy cerca de Hayduk. La dupla Falcone Romero también creció 0,65% y hoy concentra el 2,19% de la cuota que asigna el Ministerio de la Producción. Y salvo Copeínca, Austral y la pesquera de las familia Baraka – Martínez, los demás grupos también crecieron. La familia Matta aumentó su participación en 0,36%, mientras que Diamante lo hizo en 0,48%.
LO QUE VIENE
¿Y ahora qué puede esperarse? Gerardo Gonzales, presidente de la Asociación de Armadores Pesqueros del Perú, señala que aún habrá armadores independientes (pequeños y medianos ) que continuarán vendiendo su cuota porque temen que si no lo hacen ahora, la bonanza (generada por los altos precios de la materia prima) que hoy los acompaña se acabe en el corto plazo. Sin embargo, añade que habrá otro grupo –que él encabeza– que se mantendrá en el negocio, pues sabe que los industriales seguirán comprando, pues necesitan producir más harina para aprovechar los altos precios del mercado internacional.
Los protagonistas de la nueva ola evitan hablar para no revelar sus próximos pasos a su competencia. No obstante, si algo está claro es que todo el mundo continúa trabajando para seguir aumentando su participación en la pesca. La familia Matta tiene previsto listar a Exalmar en la Bolsa de Valores de Lima para incorporar nuevos socios (ya realizó un ‘roadshow’ internacional) y financiar las compras que viene negociando. Algo similar vendría haciendo Diamante que, gracias al respaldo financiero de Enfoca, estaría a punto de dar una sorpresa. Todo indica que el grupo Romero no se quedará atrás. Fernando Pozada, su socio en Centinela, revela que la meta es capturar el 5% de la cuota global de anchoveta.
Olaya, del Estudio Muñiz, y Muñoz, del Interbank, coinciden en que la nueva ola de compras podría ser relativamente larga, porque muchas compañías pequeñas se resisten a vender y porque la disputa esta vez es barco por barco y punto por punto de la cuota asignada a los armadores, los cuales aún tienen en sus manos el 12% de la cuota global de pesca. Por lo visto, el mar seguirá movido.
MONTOS Y TIPO DE ENDEUDAMIENTO
Diferencias entre la nueva y la vieja ola
Según Andrés Muñoz, vicepresidente de banca comercial del Interbank, dos cosas diferencian a la segunda ola de compras del proceso anterior. “Antes las compras solo se financiaban con deudas; ahora estas se realizan con un mix compuesto por préstamos bancarios y recursos propios. Y es que, si bien la mayoría cuenta con recursos, no es bueno quedarse sin liquidez”, dice. Además, añade Jaime Espinoza, gerente de finanzas corporativas del Banco de Crédito del Perú ,“otra cosa importante que se puede observar es que, como se tratan de operaciones relativamente medianas (rara vez superan los US$50 millones) son financiadas para ser pagadas en un plazo de entre cinco y siete años”. Prácticamente nadie está tomando deuda de largo plazo. Otro aspecto a considerar, anota Mauricio Olaya, del Estudio Muñiz, es que antes un grande compraba a otro grande, pero ahora las transacciones involucran a pequeños y medianos.
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