miércoles, 22 de diciembre de 2010

Entre el mar y la tierra

Fueron 25 años, los que Julio Zevallos Casafranca se las pasó navegando en aguas del Pacífico y Atlántico. Ama el mar y su olor. Por eso odia que nuestro litoral se esté contaminando.

Pero su cariño por el mar le hizo dejar atrás los lamentos y trabajar en un producto que colaborara con la limpieza de este. Al ver que algunas fábricas procesadoras de harina de pescado, así como embarcaciones pesqueras, arrojaban enormes cantidades de deshechos de pescado al mar, encontró la manera de sacarle provecho a estos.
Con el antecedente del guano de isla, Julio se dedicó a investigar y procesar los residuos recolectados. Después de seis años, logró un abono ecológico que vende a agricultores de Tarapoto, Pichanaqui, Huancayo y demás regiones de la selva y sierra.
“Acopez” es la marca de su producto que al mes vende unas 50 toneladas, cada una a S/.920. “Con este fertilizante ecológico se nutren los suelos y se cosechan mejores frutos y vegetales más sanos”.
La empresa de Julio, Ruth-Gen, inició sus operaciones con S/.3 mil de capital en el 2000, en medio del malestar de ciertas fábricas pesqueras que le cerraron las puertas.
“Muchas protestaron por mi trabajo, pues decían que les estaba haciendo quedar mal”. La fábula del “Perro del Hortelano” hecha realidad.
Así que hoy, compra los deshechos de pescado a embarcaciones de Huacho y de Chimbote, que ya no son arrojados al mar. Por su creatividad y contribución con el medio ambiente, Julio fue premiado por Citibank del Perú, Fundación Citi, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y Acción Internacional durante la quinta edición del Premio a la Microempresa.
“Mi próximo reto es dialogar con el Estado para que vean en “Acopez”, una alternativa para nutrir los suelos destinados al agro, antes de emplear fertilizantes químicos”.

 

Fuente: http://gestion.pe/noticia/686988/entre-mar-tierra
 

 

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